¿Cuántas veces te metiste en un encuentro sexual pensando más en cómo hacer gozar a la otra persona que en lo que vos sentís?
Esa presión de “rendir bien” en la cama, de que el otro disfrute sí o sí, puede ser un gran enemigo del verdadero placer. Y ojo, no está mal querer que la otra persona la pase bomba… pero si te olvidás de vos en el camino, algo se pierde.
Cuando el foco está puesto solo en com-placer (darle placer al otro), muchas veces dejamos de registrar nuestras propias sensaciones, deseos o límites. Nos desconectamos de lo que realmente nos prende y el encuentro deja de ser auténtico.
En cambio, cuando es con-placer, la experiencia cambia: se vuelve compartida, real, y cada unx se hace cargo de su goce, creando algo en conjunto que es mucho más poderoso.
En este blog vamos a hablar de esa sutil, pero enorme diferencia que puede cambiar por completo tu forma de vivir el sexo. Porque sí, el placer se construye de a dos… pero empieza en vos.
El verdadero disfrute es compartido
La lógica de “com-placer al otro” viene muy cargada de mandatos culturales. Desde chicxs nos enseñan que ser buen amante es hacer que el otro lo pase bien, casi como si el sexo fuera una performance que hay que aprobar. Pero ¿qué pasa con el placer propio? ¿Dónde queda tu deseo, tu cuerpo, tu goce?
Sin embargo, es esencial cuestionarse que lo que realmente sucede es que el placer es un fenómeno relacional, no algo que una persona "entrega" y la otra "recibe". El deseo se activa en la interacción, en lo que se construye entre dos (o más) personas que están presentes, conectadas y abiertas a la experiencia.
Tu forma de gozar no tiene que parecerse a la de nadie. No hay una ‘manera correcta’ de vivir el placer, sino la que te conecte con vos mismx
El erotismo se alimenta de la autenticidad, del juego, del deseo propio. No del deber, ni del rendimiento. Muchas veces entramos en roles donde buscamos complacer como forma de validación, lo que termina desconectándonos de nuestro cuerpo y placer real.
Entonces, en vez de pensar el sexo como una tarea, es mejor pensarlo como un encuentro: dos cuerpos, dos deseos, dos mundos que se encuentran en el goce compartido. Y eso solo pasa si cada quien está ahí desde su deseo y no desde la obligación de "dar" algo. Cuando vos te conectás con tu propio disfrute, eso enciende la conexión real con el otrx. Y ahí aparece la magia.
Hablar de lo que te gusta, lo que no, lo que deseás… también es parte del juego. Porque no hay mayor excitación que sentirte libre y escuchadx.
Conectar con tu placer es el primer paso
💡¿Querés que tu pareja disfrute? Empezá por registrar lo que sentís💡
💡¿Querés que el encuentro sea inolvidable? Traé tu deseo con vos, sin filtros💡
💡¿Querés soltar la presión de rendir? Acordate: el placer no se exige, se cultiva💡
Cambiar esta forma de vivir la sexualidad no solo mejora los encuentros sexuales, sino que los libera. Te saca del mandato de “tener que ser buenx en la cama” para abrir paso a una sexualidad mucho más real, auténtica y disfrutable. Y claro, todo esto solo tiene sentido si hay consentimiento, cuidado y respeto por lo que la otra persona desea o no.
Gozar sin rendir examen
Cuando entendés que el placer no se trata de rendir, de actuar o de cumplir, empieza otra historia. Una donde podés habitar tu cuerpo con libertad, desear sin culpa, y entregarte al encuentro sin perderte en el intento.
Así que te invito a gozar con el otrx y no para el otrx. Esa es la clave. Porque cuando vos te animás a sentir, a explorar, a ser parte activa del juego erótico desde tu disfrute, todo cambia. No solo lo que sentís, sino cómo te relacionás. Y ahí, sí: el sexo se vuelve ese espacio mágico donde todo se potencia, se siente real, se disfruta de verdad.
Con placer propio, el encuentro deja de ser una prueba y se convierte en una experiencia compartida.
¿Y vos? ¿Hace cuánto no te preguntás qué te da placer de verdad?
BIBLIOGRAFÍA
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